Porque minero nací.
Y aunque me ronde la muerte,
No tengo miedo a morir.
No me da envidia el dinero,
Que de orgullo me llena
Ser el mejor barrenero
De toda sierra morena,
(Canción popular española)
Desde hace una semana se ha estado hablando del caso de los mineros atrapados en la mina de Pasta de Conchos, Coahuila; durante una semana hemos sido bombardeados con imágenes de viudas y familias en desgracia, llorando lágrimas desesperadas y alzando al cielo plegarias por sus seres queridos, oraciones a las que incluso el Presidente de la República se unió. Durante más de ocho días un país entero se unió a los lamentos de decenas de familias gracias a una exahustiva, humana y emotiva cobertura por parte de los medios de comunicación masiva, particularmente, las televisoras. Finalmente, ayer domingo 26 de Febrero, los 65 mineros fueron dados por muertos, argumentando que habían fallecido desde el primer día del accidente. El mismo día el Presidente se comprometió a investigar las sesenta y cinco muertes.
¿Cuál fue el objetivo de esa humana, y emotiva cobertura si los individuos habían fallecido desde el momento de suceder la explosión? ¿Cuál era la necesidad de prolongar la agonía de las esposas, madres e hijos de aquellas almas atrapadas? ¿Por qué se nos hizo ver por horas el llanto amargo de los cercanos a las víctimas? ¿Por el rating? ¿Por presentar un jugoso espacio para anunciantes en el noticiero de las 10? Es insufrible observar cómo la falta de principios de las compañías mediáticas es capaz de sobreponerse al dolor humano. Incluso en TV Azteca, el bigotón desabrido de Javier Alatorre tuvo la hipocresía de decir "en TV Azteca la tragedia no es primicia, reportamos sin presumir de exclusividad". La ética con la que se dirigen estas empresas es enfermiza, ya lo sabemos, pero ¿y el mensaje de aliento de Presidente? ¿Debemos creer que él estaba tan mal informado como nosotros? Si aquello fuera cierto ¿que nos diría del poder detrás de las empresas que controlan los medios? Ellos tienen el poder de informarnos, ellos manejan que tanto sabemos del país que nos rodean. Ellos controlan como vemos el mundo. ¿Acaso no les da miedo? A mí sí, y mucho.