lunes, junio 06, 2005

Mi abuelo me dijo una vez hace mucho tiempo que no existe nada parecido a una "muerte inmediata".
--Los médicos y los forenses hacen uso de esa frase para darle un poco de tranquilidad a aquellos quienes se quedan en la tierra, pero lo cierto es que ninguna, ni la más violenta puede calificarse como inmediata. Morirse no es tan fácil, no es de bum y ya estas del otro lado... nacer lleva un proceso, dejar de vivir también, no sé cómo la gente no piensa en ese detalle. El mítico túnel con una luz al final del que tanto hablan hoy en día es una verdad a medias, es cierto: es lo que ves cuando la chispa de tu cerebro hace corto circuito, pero pocos saben lo que sucede después y eso es porque la persona quien ve lo que hay más allá rara vez es capaz de describirlo e incluso si pudiera hacerlo, el tiempo en el cual la persona mantiene sus capacidades motoras es tan corto que apenas puedes pronunciar algunas sílabas apenas audibles. Oye bien esto: si logras escuchar las suficientes comienzas a darte cuenta de que cada conjunto de sonidos forma parte de un todo, un único mensaje que se repite una y otra vez ad infinitum, por supuesto, las sílabas no están en orden y a veces son las mismas, pero una vez escuchadas todas estoy seguro de que será relativamente sencillo ordenar y reproducir el mensaje.

Según don Gabo, había quienes creían que el mensaje no era un mensaje sino el verdadero nombre de Dios, y por lo tanto, el ordenar y repetir en el orden correcto los sonidos tendría un efecto catastrófico; pero él pensaba que el secreto encerrado en los estertores de los moribundos escondía dentro de sí la única verdad absoluta.

Al crecer, cuando mis padres emigraron de la capital en búsqueda de mejores oportunidades de vida, perdí contacto con don Gabo y su extraña búsqueda, jamás supe la razón por la cual yo había sido el único a quien le había contado de su obsesión, quizás porque fue el único que nunca lo juzgó, quizás veía algo en mí desconocido incluso para mí mismo, pero cuando falleció y recibí la misteriosa maleta encontré dentro de ella un cassette y un viejo cuaderno italiano, en él había hoja tras hoja de letras aparentemente aleatorias, garrapateado en la última página había una nota dirigida hacia mí, la cual constaba de una sola palabra: "ordénalo".

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