Rev. 22-20

Con maestría y un toque apenas perceptible desabotonó el pantalón de su acompañante, su mirada sensual y excitante le hacía temblar apenas miraba aquellos ojos aceitunados; sus labios entreabiertos recorrían su cuello de arriba a abajo, y con un mordizco juguetón le arrancaban varias risas contenidas. Sin duda alguna, de sus innumerables conquistas y aventuras de una solo noche, aquel espectacular espécimen del sexo femenino se llevaba el premio mayor. La mujer lo llevó hasta el borde del sucio colchón, con el alcohol aún en la sangre y la cabeza dando tumbos por el cuarto él se dejó caer en la cama, ella sacó algo de su bolso, lo dejó sobre la mesita de noche, caminó hacia él, se colocó encima suyo y comenzó a bailar, era increíble ver como se contoneaba al compás de una música inaudible, sus manos recorrían sus muslos mientras levantaban la falda, dejando tras de sí la carne desnuda, satinada y trémula de sus piernas. Mantenía el balance sobre sus stilettos como un equilibrista sobre la cuerda floja, sin apartar jamás sus ojos de los de él. Sonriendo dejó caer su vestido escarlata con gracia y un semblante de inocencia que volvió loco al hombre. Con saliva en las comisuras de los labios él trató de tocar aquellos senos perfectos y redondeados, los cuales parecían mirarlo a través de dos pezones oscuros y erectos, mas encontró sus manos esposadas a la cabecera de la cama; con sorpresa miró a la mujer, que aún bailaba sobre sus caderas, ella le guiñó un ojo, sonrió y se colocó a horcajadas sobre él. Abrió con lentitud, uno a uno, los botones de su camisa, al llegar a la mitad la extendió con un movimiento rápido, dejando al descubierto su pecho viril y musculoso, se inclinó y besó su camino hasta una de sus tetillas, su lengua jugueteó con ella algunos momentos. Acostado sobre la cama, el hombre se sentía como si estuviera sobre brasas ardientes, ella mordió con fuerza, arrancándole un grito de dolor, él la miró con enojo pero su sonrisa y el mareo del alcohol sumado al repentino calor de la habitación le hizo recostar la cabeza de nuevo en la almohada. La mujer terminó de desabotonarle, le quitó el pantalón y se colocó de nuevo sobre él, podía sentirlo, sus ansias por follarla, por sentir su calor desde adentro. Colocó sus manos en su pecho, y con uñas como espinas dejó diez marcas rojas sobre él, ella ya no escuchó sus gritos, tampoco lo escuchó pedir clemencia mientras enterraba sus dientes en la cálida carne de su cuello, sus brazos, su miembro y sus piernas. Y ciertamente nadie declaró haber escuchado algo al día siguiente, cuando la policía llegó a investigar el reporte de un cuerpo aparentemente a medio devorar encontrado en un cuartucho de un motel de mala muerte.

My pulse has been rising
My temples are burning
The pressure is so overwhelming and building
So steady and heavy
I'm ready to blow
She waits, what is she waiting for?
Pray – shall I go blind?
Pray – cos nobody ever survives
Praying to stay in your arms
Just until I can die a little longer
Saviors and saints
Devils and demons alike
She’ll eat you alive