Recuerdos

Si un día para mi mal / viene a buscarme la parca,
empujad al mar mi barca /con un levante otoñal
Y dejad que el temporal / desgüace sus alas blancas.
y a mi enterradme sin duelo / entre la playa y el cielo
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte, /quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino, / le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.
Cerca del mar / porque yo nací en el mediterráneo

Joan Manuel Serrat - Mediterráneo

Siempre me he preguntado que habría sido de mi gusto musical sin la influencia de mi padre. Serrat, los Rolling Stones y los Doors nos acompañaban siempre en nuestros viajes. Cuando mis hermanos y yo eramos pequeños, y viajábamos a la Ciudad de México era mi deber grabar los cassettes que habrían de amenizarnos el camino (alrededor de diez horas de viaje en aquel entonces) y yo lo hacía con orgullo, tomaba los LPs y grababa en cinta mis canciones favoritas de aquellos acetatos. Con el tiempo aparecieron los CDs en la casa y la tornamesa se descompuso, los tiempos se hicieron difíciles y los viajes menos frecuentes. Eventualmente me llegó la adolescencia y me enamoré de las notas estridentes y las letras depresivas de Nirvana, los Smashing Pumpkins, Alice in Chains y otras tantas joyas de la Generación X. En lo posterior en los viajes con la familia simplemente me sumergía en las oscuras letras que brotaban de mis audífonos y mi reproductor portátil de discos compactos.

Algunos años después redescubrí en aquellas notas antiguas aquel gusto ecléctico que había olvidado. Me dí cuenta de que puede gustarme la trova, el tango y el calypso. Pero lo más importante fue encontrar la dulce sensación de regresar en el tiempo de manos de aquellas notas de mi niñez. Quién diría que madurar trae buenas cosas también, ¡gasp!