Los japoneses han demostrado su valía en ámbitos que no incluyen aspectos de alta tecnología o comida cruda. Hace varios meses Hollywood se vio bombardeado por una exitosa película de horror: El Aro, sin embargo, pocos sabían que el filme estaba basado en la primera de una trilogía japonesa de horror llamada Ringu, desde entonces la industria fílmica japonesa ha recibido bastante atención de la gente de la Meca del cine comercial. El siguiente remake le corresponderá a la cinta Ju-On, que pasará con el nombre de The Grudge en las salas norteamericanas y será estelarizada por la misma Buffy, Sarah Michelle Gellar.
Otro japonés que ha dado mucho de que hablar, debido a su estilo fílmico y versatilidad es Takashi Miike, entre su amplio repertorio figuran la hiperviolenta Ichi The Killer, y la desconcertante Audition, tanto es así que algunos lo comparan con el Tarantino nipón.
Sin embargo, la cultura japonesa está llena de contrastes y extremos, y precisamente en el vértice del horror y el buen gusto [sic] ha sido creada la serie de cortometrajes Guinea Pig Series, realizadas con el propósito de escandalizar y llevar al límite la capacidad de observación humana. Quizás algunos recordaran a esta serie después de un incidente en el cual el actor norteamericano Charlie Sheen compró y observó una de estas películas (seguramente preguntando por algunas de las cosas más extremas que tuvieran), su impresión lo llevó a confundirla con una verdadera cinta snuff, y luchó por prohibirla en los EUA durante un buen rato. Incluso los realizadores de la película se vieron obligados a dar pruebas de la falsedad de su cinta, mostrando, sana y salva, a la chica quien es torturada y desmembrada en la pantalla.
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