Ayer salí en un viaje express a Cd. del Carmen, fui a realizar el cambio de un disco duro, el cual en los equipos que manejamos es algo tan sencillo como quitar y poner (hot swap), normalmente cuando hago ese tipo de viajes voy de entrada por salida, pero ayer decidí quedarme a comer en una fondita cercana, donde dan una comida corrida buena y barata. El lugar es agradable y limpio, un chef de plástico tamaño leprechaun sirve para dar la bienvenida a los clientes y funcionar como soporte para un pizarrón en el cual están garabateados los especiales y la comida del día, el lugar tiene un ambiente de comedor casero, con sus sillas de madera y bolsas de plástico rellenas de agua para alejar a las moscas.
Al llegar me senté en uno de las mesas para dos y puse la caja que llevaba en la otra silla, al principio sólo había otro cliente en el lugar, pero poco a poco nuevos clientes llegaron. Curiosamente, nadie llegó acompañado, una por una las mesas se fueron llenando de clientes solos, entre los cuales un simple y llano Buen provecho se convierte en un melancólico saludo y despedida. Es el diálogo de varias almas hablando el idioma universal de la soledad.
martes, febrero 01, 2005
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1 comentario:
leí este post mientras escuchaba sin querer "you can´t go home again" de Chet Baker con Paul Desmond, y me sentí tan ahí... me gustó cómo lo escribiste. saludos desde otra mesa solitaria. buen provecho.
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