Se sentó con calma en la tina y cerró los ojos mientras recibía el abrazo fresco del agua. Echó la cabeza hacia atrás y recorrió con la mano el borde de la tina, abrió los ojos y tomó la navaja con dos dedos. Suspiró largamente y recorrió el contorno de su brazo izquierdo, apenas rozándolo con el filo. El taco del metal contra su piel la hizo estremecerse y soltar un gemido leve. Volvió a hacerlo, esta vez el filo recorrió el contorno de su rostro, bajó por su cuello y surcó su pecho, una leve y delgada línea roja marcó su camino, hundiéndose un poco más con cada centímetro, sus ojos cada vez más apretados. María resoplaba conforme el filo se hundía en sí y soltó un gritito complaciente seguido de un jadeo persistente cuando finalmente atravesó su pezón.
Abrió los ojos para contemplarse a sí misma en el espejo, el agua había adquirido un ligero tinte ocre, de su pecho caían gruesas gotas color rojo oscuro. Observó su rostro, sus labios pálidos y sus ojos abotagados. Llevó la navaja de nuevo hacia su rostro, el filo enmarcó su labio superior y lo bañó de un delicioso carmín, empalmó los labios como si se hubiera aplicado lápiz labial y soltó un beso al aire. La imagen de su esposo llegó de nuevo a su cabeza y María rompió en lágrimas. Apretó sus manos con fuerza sin sentir siquiera como el filo penetraba en su mano. Sollozó incontrolablemente por varios minutos; al abrir los ojos vio el frasco de novocaína aún sobre el lavabo, se puso de pie y caminó, el piso de loza blanca quedó manchado con gotas rojizas, tomó el frasco y al hacerlo vió su mano ensangrentada y la navaja a medio hundir en su palma, sin importarle, untó sus labios con la pomada de novocaína y de inmediato los sintió adormecidos. Regresó a la tina, se sentó cerca del espejo, sacó de su mano la navaja incrustada, con la mano herida extendió sus labios lo más que pudo, la otra mano tomó el filo y lo hundió en su labio, atravesándolo de extremo a extremo, con lentitud hizo un movimiento de corte, seguido de otro más hasta que hubo desprendido el labio por completo. Tiró el colgajo sanguinolento a un costado. Repitió el proceso en el extremo inferior de su boca.
Al terminar, solo una monstruosa sonrisa enrojecida quedaba en su cara. Su marido no podría seguir ignorándola después de esto.
I'm such a sick, sick guy. Snif,
5 comentarios:
o.0
Excelente historia!!
Damn.. me dejó boquiabierto..
I'm just speechless now.. 0.o
Puta madre... Malditos hombres... ... excelente relato Don... Desgraciadamente no es pura ficcion... He sabido de historias reales... en el periodico en el noticiero... incluso yo misma (no a tal exremo)...
Todos contra ellos... ¬¬
Si, definitivamente apoyo la idea del Cristiano Maligno, y creo que esa era tu intención desde el principio, verdad?
Mejor un cortometrajeeee!! siiii!!!
yuhuuu yo me corto las venas para el rodaje... y que brad pitt sea mi esposo malo mnaligno... Los flashback porfitas que sean escenas de cama candentes... uy uy
Juar juar... Ya'stá, nomás falta alguien que preste una videocámara y un boleto de avión para ir a secuestrar al Pitt, yo me quedo a consolar a la Angelina.
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