lunes, abril 25, 2005

Los libertinos

-Oye Otilio...
-¿Que pasó Cata?
-El otro día mi comadre Camelia se fue a la ciudad y ni sabes lo que me contó.
-¿Qué te dijo, pues?
-Me dijo que le contó su hermano que allá hay lugares donde bailan por dinero viejas encueradas, además venden droga y protituyen niñas.
-¡Ah chingá!
-Y eso no es todo, me dijo también que hay hombres que tienen relaciones carnales con otros hombres, ¡y lo mismo viejas con viejas! Me dijo también que...
-¿que cosa?
-...¡que hasta se meten pingas de mentira por el culo! ¿tu crees?
-...
-Bien dice el padre Lorenzo, que las ciudades son templos del pecado y de la perdición.
-Ahá... ¿Oye vieja ya va a empezar tu novela veá?
-Sí, ¿por?
-Voa charle un ojo a los animales, no sea que regrese el coyote.
Otilio salió de la casa y se dirigió al corral, ató del cuello a su cabra favorita y se la llevó al monte, tocándole juguetonamente las orejas.
En el cuarto, Catalina observó por varios segundos el mango de la escoba arrinconada en uno de los extremos, y luego volvió rápidamente la mirada hacia el televisor, visiblemente sonrojada.

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